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Por estos lados del mundo nos azota una extraña enfermedad. La otra cara de la melancolía para sorprender a los desconocidos. Una larga nota musical que nos ayuda a descubrir la crueldad, a enrollar las angustias. Un jardín de difuntos que nos tapiza el pánico y nos llena de brisa triste la sonrisa. El idioma del abandono.Todos andamos con la carne desgarrada, el corazón lapidado y las entrañas sin misericordia. Con los ojos dorados después de haber visto todos los horrores, los vértigos y desastres que se viven cuando hay una guerra.
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