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sábado, 25 de junio de 2016

RESEÑA POEMARIO ENCUENTRO

ENCUENTRO

 | Lunes 20 junio, 2016 a las 1:46 pm |
Bulevar
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy / Loco-mbiano
Marco Antonio
Marco Antonio Valencia Calle
Estoy invitado al carnaval, no para soltar una lágrima,
sino para escuchar música y volar entre la danza.
…había tantas emociones tiradas sobre el asfalto,
bajo la luna, sobre las notas musicales, entre la suela de los bailarines…
M. A. Valencia Calle. Fragmento.
Encuentro. Así lleva el título un librillo de tres milímetros de espesor, 10.5 mm. de ancho y 28 mm. de longitud. En su interior se refugia el poemario del payanés Marco Antonio Valencia. Esa sola palabra, como una columna griega, pensativa, se pone en frente del lector. O como la Esfinge de Tebas ante los viajantes que pasaban junto a ella hasta que llegó Edipo y le espetó animoso el temido enigma.
El librillo tiene pocas páginas y no intimida su volumen. Pero contiene varios enigmas que andan sueltos ante poetas, profesionales y profanos en el arte. Nadie se ha preocupado por interrogar a su propia esfinge. Cada quien habla de ella pero omite hacer lo mismo que hizo Edipo. Preguntarse por qué camina cada individuo por el mundo.
Como Alicia o como lo narró Óscar Wilde en el Retrato de Dorian Gray, el ser humano se acobarda de lo que mostrará el espejo. De lo que hay detrás, en el fondo de su vida.
La palabra encuentro puede equivaler a desenmascarar, hallar por fin la verdad, querer ver lo que se oculta y da temor, escurrirse con valentía por el hueco, sentir el vértigo y encontrarse con fantasmas que son reales.
A través de unos cuantos poemas, como boxeador en el cuadrilátero, el poeta va enumerando los asaltos que sacuden al iluso humano. Es la tragedia de la felicidad sobre la alfombra como una voz para sanar cualquier perfidia. … y trágico se pregunta por sus contradicciones del aquí y ahora….soy un blanco de diana dispuesto para la saeta envenenada.
La literatura, la poesía es el médium, la pócima para descifrar el enigma. Sin llegar al dolor, sin llegar al espejo ni mirar al anciano que seré, sentencia Valencia Calle. Su Encuentro lo ha hecho retroceder y se ha visto frente a la vergüenza propia, con cicatrices e infamias dentro, deshonrado por no poder matar a la esfinge que lo habita.
A medida que avanza en la búsqueda entre el bosque de palabras, va encontrando lenitivo en ellas. Las palabras cabalgan de un lado para otro y pregonan visiones de alas blancas sobre tierra de esperanza, sin importar las tormentas, el temor del viaje hacia el alma de la gente.
En su recorrido lento y confuso, el poeta oye una música de monstruos. Una serie de canciones que más parecen un museo de cotidianidades. La música viaja y hermana, halaga y endulza. Es piedra, sol, agua, refugio de lo extraño que baña la geografía y golpea la memoria y la patria donde anida la poesía.
Su encuentro 30 con la Poesía lo ubica con el rostro herido de tanto defender las ideas, las palabras y los libros, el poeta cae de rodillas frente a una biblioteca en ruinas, tan vacía como una iglesia. Los poetas que no han sido asesinados ni sus bocas silenciadas por el miedo, ni han puesto su lengua al servicio de los cuervos y la miseria, emergen de un zumbido sobre la tierra para sembrarla de esperanzas.
Con la poesía el bardo devela el misterio como una cáscara para cubrir el aburrimiento de las horas. Pues lo permite la escritura, Marco A. se ha disfrazado de pirata para ser él mismo, una víctima en el velorio de la crisis de lo que ya muere hace tiempo.
18-06-16                             9:50 a.m.
Nota: La bastardilla destaca la inspiración del poeta.