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martes, 10 de noviembre de 2020

Extrañas mutaciones- Reseña de Jair Villano

https://www.pagina100.com/resena-del-poemario-extranas-mutaciones/ 



Reseña del poemario “Extrañas Mutaciones”

“El poeta no es la respuesta, ni la poesía la pregunta. Es un simple testigo, uno más de tantos que están allí afuera queriendo entender el porvenir sin testigos”. Esas palabras sirven para definir el libro de Marco Antonio Valencia Calle (Popayán, 1967): un poemario en prosa cuya preocupación más latente son las formas en las que la guerra ha penetrado pueblos, niños, soldados, guerreros, cuerpos. “Si los muertos hablaran, hablarían desde los poetas y el río de versos que hay en sus ojos”.

Para muchos la poesía de Valencia Calle insiste en recordar que el festejo displicente de ciudades ajenas al conflicto -pero presas de otros demonios-, está en contraste con la desgracia de otros. / Archivo particular

Es una poesía de instantes, de lapsos, de momentos. Sus mejores líneas están arrinconadas entre lacónicas narraciones, sus mejores acápites están envueltos entre lirismos, sus mejores imágenes están almacenadas entre historias de sufrimiento. Son poemas de dolor, de desconsuelo, de tristeza. Es una poesía sencilla, sin claves, sin criptogramas, sin preciosismos. Su preocupación se hace sentir: esa sensibilidad con la que el autor mira, escucha, olfatea, siente el derramamiento de sangre. Lo padece a través de otros. Lo aflige como a las madres de los muertos que tanto proliferan.

“Al filo de la noche la madre dio a luz. Se acabó la noche y comenzó la vida de su hijo. Al filo de la madrugada mataron al niño, se acabó la vida de su hijo y comenzó a trajinar la angustia interminable”.

De modo que el lector se siente conmovido e interpelado por lo cercano que es un flagelo que acecha a cientos de poblaciones ignotas, para los ojos de muchos; la poesía de Valencia Calle insiste en ello: recordar que el festejo displicente de ciudades ajenas al conflicto -pero presas de otros demonios-, está en contraste con la desgracia de otros.

“Asesinar el lenguaje para esculpir con su sangre un instante más de poesía”, dice. Y uno presiente que esa línea persigue los poemas del nacido en Popayán. En cada uno de ellos, en unos mejores que en otros, las heridas de una guerra que muchos conocen desde la lejanía de un televisor, se vuelven cercanas, vivas, crudas, como si se tratara de sucesos in situ. Además, no hay una posición con respecto al guerrero. El dolor del que lucha por la patria como del que lucha por la revolución no están desvalorizados, pues la concentración es la tragedia personal de cada uno de ellos, la tragedia familiar, la de su entorno más cercano, la del testigo, la de su comunidad.

” (… ) De pronto, la cotidianidad se quiebra como un jarrón de barro cuando cae al piso. El murmullo de la gente va tejiendo una red multicolor bajo el cielo de una tarde de sol tenue. Y todos en el pueblo, como envejecidos, se santiguan al ver el cadáver de una viejecita que vendía flores en la esquina del parque, al otro lado de la iglesia. Y todo es tan solemne, tan musical, tan triste”.

“Extrañas Mutaciones” (Gamar Editores, 2019) también es más que eso: hay otras exploraciones, otras imágenes, otras obsesiones. Ese prisma melancólico halla en lo poético un camino para arrojar sus vaivenes.

“Un día sin comer, sin explorar la vida, sin preguntarle nada a nadie. Cualquier tierra sembrada de silencios, o extraviada en días olvidados, en angustias ralas. Un día sin atreverse a sonreír, a cantar, o a expresarse sin secretos ni instintos. Un día preso del disfraz de la soledad infinita, sin sorpresas o lluvia en el corazón, sin luz en los anhelos”.

Hay momentos donde la soledad parece hacerse con uno, instantes en los que se instala sin clemencia y sin permiso, esas horas -que parecen eternas- dejan sonidos que solo algunos traductores saben representar. El bardo hace del lenguaje el asidero más idóneo para derramar sus perplejidades, sus interrogantes no resueltos, sus difusas intuiciones.

“Hay una música de monstruos que inspira justicia. Una serie de canciones que más parecen un museo de cotidianidades, donde circulan muchachos feroces de sangre de todos los colores, que lamentos hirviendo entre canciones. Cada muchacho cantor es testimonio de irreverencia, y cada desgarramiento de cantor puede inducir al goce, al amor, o a morir de tristeza si se quiere, o de nostalgia sí prefiere, acaso de soledad”.

Valencia Calle sabe que “Abrir la puerta de las insolencias puede traernos visiones inclinadas”. Extraña mutaciones es su manera de demostrarlo: hay intentos de explicar el porqué de tantos sucesos sin sentido, tanta ferocidad, tanta imposición nefasta.

Hay imágenes que saben capturar y representar, párrafos cargados de realismo crudo, de daño consumado en la búsqueda. Acaso sea conveniente terminar con uno de ellos: “Se acerca el fin del mundo, tarde para nosotros, porque ya la tragedia humana nos ahogó con sus cantos de sirena, y el fuego de la guerra ni siquiera nos haces hervir la sangre, y como mariposas nos precipitamos en silencio sobre las llamas de las velas”.

Fuente/ Source: www.elespectador.com

Por/ By: Jaír Villano

Foto/ Photo: Archivo particular

PAGINA 100 POPAYAN COLOMBIA





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