No encuentro resignación
en la fe, ni en la alegría de los alimentos litúrgicos.
Morirse es fácil y
lamentar lo inevitable puede ser una banalidad para frívolos.
Las hazañas humanas
tan raras como perdonar desaparecieron de mis límites, y ahora solo encuentro
un montón de palabras secas regadas por pastorcitos en campos baldíos, o lo que
es peor, en espíritus áridos y desplazados hacia la izquierda donde el sol se pinta
de rojo y florecen las pasiones, los dolores,
y claro, las dudas.
Las dudas tuyas y las
mías.
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